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PERFIL

 

VISTA AÉREA

SUBIDA AL MULHACÉN DESDE ALMERÍA

“SENDERO DEL MAR AL CIELO” 

4º ETAPA: BERCHULES - ALCUTAR - JUVILES - TREVELEZ

RUTA: LINEAL; DISTANCIA: 16 Km; DIFICULTAD: MEDIA

Desde la plaza Obispo Peinado de Bérchules comenzamos nuestra ruta, descendiendo por la calle Carretera de Granada, pasando por la puerta del Ayuntamiento y de la fuente de las Carmelas. Llegamos a la carretera GR-4130, aquí encontramos una bifurcación, giramos a nuestra izquierda descendiendo dirección Alcútar; en menos de un kilómetro andando entre la sombra de los árboles, con vistas sobre Cádiar y la sierra de la Contraviesa. Nos adentramos por Alcútar, pasando junto a la fuente y a la Iglesia. Atravesamos el pueblo por la calle Real, pasaremos por el cruce por donde se llega a Alcútar desde Narila por el sendero GR-7. Este cruce lo omitimos y pasamos por debajo de un tinao, antes de descender junto a las últimas casas del pueblo. Pasamos junto a otra fuente, que te atrae para refrescarte. Ahora continuamos por un camino entre huertas, cruzamos el barranco del Cairo y encontramos una bifurcación. Hacia abajo y dirección sur el camino nos lleva a Cádiar. Nosotros tomamos el camino de la derecha y en ascenso nos lleva a una gran balsa de agua y una finca vinícola. Aquí hay otra bifurcación, omitimos el carril de la izquierda que desciende y continuamos en la misma dirección. Pasamos una acequia y continuamos hasta llegar al cortijo El Majuelo. Cuenta con una era que es un mirador estupendo (Bérchules y Alcútar hacia arriba, Narila y Cádiar hacía abajo)
Aquí hay otra bifurcación, nosotros siempre dirección oeste, es decir a nuestra derecha (según el sentido de nuestra marcha)
Ahora el camino se convierte en pista, practicable para vehículos y de acceso a los cortijos próximos. A lo lejos vemos el perfil de una montaña, por donde pasaremos en un rato y donde curiosamente las rocas, nos hacen ver a un obrero con una carretilla de perfil.
Una nueva bifurcación del camino de la derecha, dirección norte lleva a la carretera y al cementerio. Lo dejamos a nuestra derecha y continuamos recto hasta llegar al Aula de la Naturaleza la Alpujarra. Lo sobrepasamos y llegamos a un bello y frondoso paraje. Es el barranco Pimporio que lleva agua casi todo el año, lo cruzamos por un puente. A pocos metros encontramos una senda a nuestra derecha, lo omitimos. Continuamos 150 metros y vemos al fondo una puerta que cierra el camino. Unos metros antes se encuentra la señalización de sendero, que comienza en subida a la derecha.
Para nosotros el siguiente tramo es muy importante, ya que desde toda la vida Juviles se une con Alcútar solo por carretera. Hoy en día cuando veo a la gente andar, por la estrecha carretera sin ningún tipo de margen. ¡Da miedo! Ahora este sendero unirá estas poblaciones y se crea un círculo con los pueblos cercanos con un bonito sendero.
Ascendiendo entre encinas hasta llegar a unas grandes rocas desde donde se puede ver nuevamente Cádiar y la Contraviesa. A partir de aquí ascendemos por el sendero en un primer tramo rocoso para continuar entre vegetación de pequeño porte, cruzaremos la pista de la cantera y ascenderemos bordeando la loma hasta llegar a un carril, por él dirección norte llegaremos directamente  a la carretera GR-4130 a 1.395 m. altitud.  Estamos en el paraje conocido como la Cruz de Bérchules (Para los de Juviles) y la cruz de Juviles (para los de Bérchules). Este lugar sirvió durante muchos años en el siglo pasado y antes de que desapareciera el sendero, como lugar de encuentro el día de San Marcos. Jóvenes de Juviles que andaban ese camino, para encontrarse en la Cruz con los jóvenes de Bérchules y jugar un partido amistoso de futbol entre los dos pueblos. Históricamente levantada en el siglo XVII, se trata de una “cruz humilladero”, es decir, un lugar sacralizado donde los vecinos de ambos pueblos podían venerar al santo de los animales -tan comunes y necesarios en la montaña- y que servía para hacer de “mojonera limitadora” de pastos comunales. Este punto limítrofe entre las dos poblaciones y ha sido vertedero durante un tiempo.
Nos despedimos de las vistas sobre Cádiar que hemos tenido prácticamente en estos 4 Km. recorridos y ahora vemos el pueblo de Juviles al fondo.  Una señal  del sendero nos indica el camino a seguir dirección oeste (este tramo de sendero hasta Alcútar ha sido recuperado por voluntarios de la asociación Belladurmiente, exproceso para el sendero “del mar al cielo”). Descendemos por este sendero hasta llegar a un chaparro y un pequeño barranquillo, el camino medio llanea cómodamente por el cerro de los Riscos y nos hace cruzar el barranco Umbría. Este barranco suele ir seco casi todo el año, pero cuando llueve se puede ver las cascada de agua desde el fuerte de Juviles. Andamos entre paratas y almendros abandonados, viendo en frente el Fuerte de Juviles y el camino de Tímar. El castillo de Juviles (“yuz Subilis”) es un sistema fortificado musulmán datado entre el siglo VIII-XII y que tuvo importantes acontecimientos políticos durante el Califato por ser foco de resistencia a Abderramán III. Posteriormente sirvió a los reyes nazarís para imponer el dominio en la zona como cabeza administrativa y militar (“hins”) para controlar la “taha de Juviles”. Durante la rebelión de los moriscos (1568), Abén Humeya lo rehabilitó y fue prisión de las mujeres y niños de cristianos viejos que capturó en el alzamiento. Tomado por el marqués de Mondéjar a principios de 1569, su ocupación fue todo un hito histórico de su época.
Comenzamos a descender por un corto pero bello paraje entre encinas y nos lleva directamente a la rambla de Nieles –anejo de Cástaras- que cruzaremos entre frondosa vegetación. Continuamos por el sendero que conforme se acerca al pueblo, encontramos grandes pitas y chaparros. Llegamos a una bifurcación, un poste indicativo nos señala las direcciones hacia el Fuerte y la GR-7 dirección Timar y hacia Juviles, enlazamos con el sendero de gran recorrido GR-7 que nos acompañara en nuestro camino hasta Trevélez. Andamos ahora por carril transitable para vehículos y junto a campos cultivados. Descendemos al barranco de los Molinos -un elementos fundamental en zona de montaña con agua, por ser un “artefacto” indispensable en las sociedades agrarias- y lo cruzamos. A partir de aquí comienza una empinada subida, a unos 150 metros, se puede coger nuestra derecha una trocha para ahorrar unos metros de pista. Se aprecia que perteneció, al antiguo camino de herradura.  Esta a pista tiene unos doscientos metros y termina justo en el albergue de Juviles.
A partir de aquí tenemos dos opciones, continuar recto por la calle Real hasta llegar a la plaza de la Iglesia y del Ayuntamiento o girar a la derecha por la calle Escuelas y salir directamente a la carretera GR-4130 siguiendo las indicaciones del sendero.
Estamos a 1.255 m. altitud. Podemos refrescarnos, en las fuentes que vamos encontrando a nuestro paso por el pueblo. Esta localidad festeja por patrona a la Virgen del Rosario, una devoción mariana íntimamente ligada a la victoria de las armas cristianas sobre las musulmanas y de clara influencia de la orden de los dominicos. Igualmente es interesante su ermita de las Ánimas, un espacio religioso que muestra el enorme devocionario de los vecinos por dar culto a la muerte, un hecho tan fijado en la memoria colectiva tras las matanzas producidas a cristianos viejos en la rebelión morisca. De igual modo la villa da culto a San Sebastián, el santo protector de las epidemias y que recuerda la fuerte peste de finales del siglo XVI que asoló la comarca. No podemos dejar de llamar la atención sobre la interesante industria alimenticia generada en la localidad en torno al jamón, un verdadero manjar para la boca que puede degustarse regado con buenos vinos de La Alpujarra. A unos dos ciento metros desde que llegamos a esta carretera, encontramos las señales indicativas del sendero del Mar al Cielo y de la GR-7 Las direcciones hacia la derecha y Norte, nos hacen ascender, pasando junto al lavadero público y una fuente. Vamos ganando altura a cada paso entre huertas, hasta llegar a una torreta de electricidad. Se bordea y ahora continuamos por un estrecho camino junto a una acequia y campos cultivados.
Llegamos a una bifurcación, omitimos el carril de la derecha (dirección Este) y giramos a nuestra izquierda dirección Norte, pasando junto a solitaria encina. Llegamos a una gran alberca, que dejamos a nuestra izquierda junto a una acequia. Cruzamos una puerta de aluminio sin uso y proseguimos unos metros, hasta alcanzar un carril de tierra. Si volvemos la vista atrás, disfrutaremos de unas estupendas vistas sobre el pueblo de Juviles y el Fuerte por detrás, la Contraviesa con el cerrajón de Murtas, Sierra de Gador y el mar al fondo. Es en este punto donde podemos percatarnos de la magnificencia de estas tierras y del enorme potencial agropecuario que sustentó a su sociedad, así como las posibilidades silvícolas que dispensó a sus habitantes. No en balde desde el siglo XVII, diferentes geógrafos e investigadores buscaron en esta comarca plantas, frutos del monte, reservas cinegéticas, pastos, etc. valorando extremadamente las posibilidades económicas de este territorio montañoso simpar que consiguió generar, por ejemplo, su propio sistema de trashumancia local.
Alcanzamos una pista de tierra, que cruzaremos un par de veces más en nuestro ascenso. Ahora tenemos 2,5 Km. de sendero dirección noroeste, ganando altura a cada paso y andando entre esparteras. Cruzamos varios barranquillos, hasta llegar a una pista forestal.  (1750 m.) Es la cota máxima de nuestra etapa y llevamos 10,4 km. recorridos. Aquí se abandona el Municipio de Juviles y pasamos al término municipal de Cástaras durante algo más de 700 metros de recorrido. El pueblo queda más abajo y no se ve desde esta altura. Castaras se cree que es un topónimo preromano (Cástulo o Casar) y que en el siglo XI los textos musulmanes llaman “Yuz Qasturis”), es decir, un recinto fortificado que nos permite explicar el dominio que durante el periodo musulmán se fue haciendo de este territorio. Tras la repoblación de Felipe II la localidad eligió por patrón a San Miguel, el arcángel guerrero que libra a la población de todo lo maligno. Celebran también fiestas a San Blas, un santo terapeuta que recuerda el interés del vecindario por verse librado de las epidemias y enfermedades.
 Seguimos las indicaciones, giramos hacia el Oeste por el carril. En 200 metros llegamos a un cambio de rasante, donde coincide con un cortafuegos. Continuamos ahora en descenso, ya en término municipal de Trevélez.  A partir de aquí podemos ver varios tres miles de Sierra Nevada, Mulhacen, Alcazaba, Cerro Pelao y comienza el descenso hasta Trevélez.  Caminamos por el carril, bajo la sombra de los pinos por la vertiente hacia el río Trevélez. Llevamos 11,70 Km. recorridos y llegamos a la zona conocida como Prado Seco y encontramos un poste con indicaciones: Trevélez: 4,2 Km.; Loma del Lastonar: 20,2 Km.; Juviles: 6,5 Km.; Sulayr y GR-7
En este punto llega el Sendero GR-240 (Sulayr), para unirse a la GR-7 y bajar juntos hasta Trevélez. Cuando llevamos 12,00 Km. llegamos a una bifurcación, omitimos el carril de la derecha y descendemos por el de la izquierda dirección hacia el río.
Ya hemos visto indicaciones, de estar dentro del Parque Nacional. A menos de medio kilómetro el carril se termina y continúa un sendero entre encinas. Vamos perdiendo altura, hasta llegar cruzar el barranco de los Castaños –un árbol curiosamente que hasta hace pocos años fue “cultivado” por el vecindario, muestra inequívoca de su economía silvopastoril- por un rústico puente de madera. Cruzamos una campiñuela por encima de varios cortijos y eras. En una curva del sendero llegamos a un collado, es un mirador natural sobre Trevélez, su río y a la derecha el cerro Los Papos y Peñabón, si miramos al sur divisamos la sierra de Lujar.
Seguimos por este espectacular sendero, paralelos a la acequia de Cástaras que queda por debajo de nosotros. Cruzamos un barranco que baja del Peñabón, iremos dejando varias veredas que salen a nuestra derecha. Este sendero está bien señalizado y es difícil perder el trazado. Cruzamos un puente de madera muy simple, que cubre la acequia de Cástaras. Sin dejar de descender por este camino de herradura empedrado, andamos entre huertas hasta llegar a la carretera. Estamos justo en el cartel indicador del Municipio de Trevélez. A unos cien metros cruzamos el puente, que atraviesa el río de Trevélez y ya por la acera llegamos al centro de la población. Esta localidad alpujarreña, perteneciente a la taha de Juviles, hay quien la identifica toponímicamente con “Bellis”, identificada en el árabe por valle, mientras que otros quieren ver en el término “Vélez”, la palabra barrio. Tre(s) barrios, una configuración que verdaderamente responden a la estructura poblacional cuando en 1575 se repobló tras la expulsión de los moriscos, eligiendo por patrón a San Antón, santo de clara inspiración franciscana y de enorme raigambre popular entre los castellanos. Vinculado a los animales domésticos, la festividad. Al igual que hemos visto en Juviles, la villa cuenta con una industria jamonera histórica que alcanzó altas cotas de fama desde finales del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX. Fue especialmente relevante el uso del favor que con las piezas de jamón de Trevélez hicieron durante la época de la Restauración algunos políticos, caso de Natalio Rivas, quien le daría carta de naturaleza a este producto alpujarreño en los círculos políticos madrileños.

 

 

 

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