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SUBIDA AL MULHACÉN DESDE ALMERÍA

“SENDERO DEL MAR AL CIELO” 

2º ETAPA: DARRÍCAL - JORAIRÁTAR

 

RUTA: LINEAL

DIFICULTAD: MEDIA

DISTANCIA: 14,5 Km.

DURACIÓN: 6 HORAS

Comenzamos nuestra jornada desde la fuente de dos caños en la plaza del pueblo de Darrical, junto a la iglesia parroquial del Santo Ángel a 394 m. altitud. Descendemos por delante de la puerta de la iglesia y por la puerta del albergue (antiguas escuelas y posteriormente el consultorio médico). Nuestra ruta coincide en algunas partes con la GR-142, encontraremos en algunas zonas indicaciones roja y blanca.  Llegamos directamente al río Darrical, curso fluvial del Río Grande y que en este tramo recibe el nombre de la localidad, y que vierte sus aguas al pantano de Beninar. Siguiendo las indicaciones del sendero andamos por un carril de tierra paralelos al río entre chopos y vegetación de ribera. Este nos lleva al cruce con el río Lucainena, otros de los cursos fluviales que conforman la cuenca del río Granda o de Adra, y que a este paso también cambia su nombre por el de esta pedanía. Por este mismo paso del río en 1569 pasó el ejército del marqués de los Vélez durante la guerra de Las Alpujarras en persecución del ejército rebelde de Abén Humeya. Cuentan las crónicas que -dada la aparatosidad del bagaje de la tropa- y su peligrosidad, se tardó una noche en atravesarlo.

Cruzamos un pequeño puente de madera o por dos tablones puestos ex proceso y entramos en la provincia de Granada. Ascendemos entre cañaveras para enseguida llanear  entre huertas. El sendero nos lleva directamente al cauce del río, muy cerca del dique ó presa construido cuando el pantano de Beninar. Cruzamos el  río y nos dirigimos a la presa. Llevamos un kilómetro hasta aquí, ascendemos por el lateral, por unos escalones hechos en la tierra. Ahora andamos por un desfiladero con impresionantes paredes, es conocido como los tajos de Escariantes. Si miramos hacia arriba se pueden ver vías abiertas de escalada. Escariantes es una antigua alquería musulmana que tuvo un enorme peso durante la Edad Media. Se dice, incluso, que el término “Alpujarra” nació aquí, ya que en sus orígenes sólo se denominaba con este término a este entorno, un título que siglos después se extendió a toda la comarca.

Durante la época del califa Hisam I (796-798) en Escariantes, siguiendo el alzamiento de Omar Ben Hafsum contra el emir, se sublevó la tribu de los udríes bajo el liderazgo de Suar Ben Hamboum el Kaisi. Sofocada esta revuelta, las ruinas de un castillo que aún hoy conserva el lugar, todavía mantiene parte de las enormes cisternas de agua donde resistieron los pobladores de Escariantes el nuevo cerco al que las sometió, entre el siglo IX y X el califa Abderramán III. Por último, aún sería testigo este lugar en época almohade de la proclamación en 1.227 del emir a Mohamed Ibn Hud.

Vamos andando junto al río entre cañaveras, acercándonos a las ruinas del molino de Escariantes, cruzamos a la otra orilla pisando grandes piedras y a medio kilómetro de la presa, pasamos junto al molino aunque no se ve, está rodeado de cañaveras y jopos, este molino quedaba muy por encima  del río, tras la construcción del dique, actualmente está a ras del agua. Tiene la peculiaridad de contar con  dos cubos de entrada de agua. La tecnología hidráulica de la molienda, con todo su sabor etnográfico, nos recuerda la enorme importancia que tuvo para estas comunidades agrícolas la transformación del grano. Continuamos andando por el río cada vez más abierto, en los laterales vemos paratas abandonadas y medios desaparecidos por la erosión del tiempo con almendros. Cuando llevamos 1,600 Km. andados vemos un gran tronco cortado y nos indica que debemos abandonar el río para ascender por el sendero. Andamos por tierra un tanto descompuesta pero se puede andar bien. Este trazado, era el que tenia la acequia que llegaba al molino Escariantes. Actualmente, esta acequia está destruida o tapada por la tierra.

Poco a poco ganamos altura; si miramos al otro lado del río, encima de un cerrillo, vemos un grupo de pinos que envuelven un cortijo blanco. Este es el chalet de Don Fernando, fue construido antes de mediados del siglo pasado por ello tiene unas características relativamente modernas.

Continuamos zigzagueando por el sendero, andando entre paratas y almendros, una de las muestras del paisaje alpujarreño, que no es sino heredero directo de los moriscos, hasta pasar junto a un pequeño aljibe por encima de las ruinas del cortijo los Palomares. Llevamos dos kilómetros recorridos y estamos a 430 m. altitud.

A partir de aquí el camino es bastante aéreo y con mucho patio, vamos llaneando durante 300 m. por encima de la acequia tapada por la launa caída a lo largo del tiempo. Hay que pasar muy concentrados por este bello tramo desde donde podemos ver el cauce del río y Las Canteras. Este topónimo también nos recuerda la enorme importancia que tuvo para las sociedades agrícolas alpujarreñas el ofico de picapedrero, ya que de estas tierras se extraían infinidad de enseres para la vida cotidiana (piletas de corral, compuertas de riego, trancos para viviendas,...). La acequia termina junto a una gran balsa de agua, nuevamente un elemento hidráulico que tanta fama dio a la sociedad morisca y la cultura que le siguió, y que encontró en estos recursos de almacenaje del preciado líquido un elemento primordial para sus vegas. A partir de aquí continuamos por carril descendiendo unos metros, pasando junto a huertas con árboles frutales llegamos al río Ugíjar -afluente del río Grande de Adra- y lo cruzamos, continuamos por el carril dirección norte y este nos lleva a un carril cementado que enlaza con la carretera que lleva a Ugíjar. Era esta localidad la capital de la Alpujarra, en ella se concentraban gran parte de los oficiales de la Corona, al igual que también lo fue de la administración eclesiástica. Todos los caminos antiguos de esta comarca debían converger en esta ciudad, sede de la antigua Alcaldía Mayor y de la Colegiata.

Siguiendo nuestra ruta, nosotros giramos a la izquierda y enseguida llegamos a la plaza de Las Canteras, esta es una era y tiene una fuente. Aquí podemos descansar deleitándonos de este balcón sobre Escariantes y el río Yator, otro preciso curso fluvial de la cuenca abderitana. Llevamos 3 Km. de recorrido y estamos a 470 m. altitud.

Reanudamos la marchar atravesando esta pequeña población. Descendemos y cruzamos una pequeña rambla cementada. Encontramos el cartel de la GR-142. Si continuamos por la pista, esta pasa a ser de tierra y te lleva directamente a los Montoros.. En invierno con las crecidas del río, es interesante este camino y también para las bicis. Nosotros lo omitimos y comenzamos a descender rodeando una casa  y tomando el caminillo que sale  desde la puerta y vamos atravesando huertas hasta pasar junto a un invernadero en el  carril junto al río Ugíjar.  Andamos por el carril dirección sur para enlazar con el río Yator. A partir de aquí, nuevamente vamos por el mismo cauce del río. Hay que ir cruzando de vez en cuando por el agua.  El colorido de la vegetación y la música de agua y de los pájaros te hacen disfrutar de todo el entorno.

Cuando llevamos 5 Km. de recorrido, encontramos una goma negra que aéreamente cruza el río y llega hasta un gran cortijo que hay por encima. Aquí abandonamos el río y comenzamos a andar por un carril de tierra junto a unas huertas y álamos por debajo de la cortijada de Tabalinas durante medio kilómetro. El camino muere justo enfrente del camino que sube a los Montoros. Es este asentimiento un poblamiento típico alpujarreño en donde las cortijadas en torno a familiares - en este caso el apellido Montoso - arañaban al monte tierra a través de rozas. Gracias a ello poco a poco fueron constituyendo labrantíos de gran interés salpicaos de un habitat semi-disperso en torno a una zona laborable en donde la simbiosis silvopastoril está presente en todo el paisaje. Antes de cruzar el río, vemos un panel informativo de la GR-142. Cruzamos el río y ascendemos entre huertas de naranjos y granados para enseguida entrar en el pueblo. Es interesante andar por sus estrechas calles escalonadas en la montaña. Cuenta con una pequeña iglesia.

Una vez visitada esta pequeña pero pintoresca población, volvemos a descender al río Yator y continuamos andando río arriba. A menos de un kilómetro de Los Montoros  encontramos a nuestra derecha el molino y almazara El Teniente,  el compendio de “artefactos” es magnífico, pues a la energía hidráulica para el cereal se suma ahora la molienda de la aceituna, ese otro gran fruto alpujarreño que la hace tan Mediterráneo. Ambas instalaciones de transformación agrícola estuvieron en funcionamiento hasta finales del siglo pasado. Por toda esta zona los márgenes del río son amplios y abiertos. Continuamos nuestra marcha salteando el río de vez en cuando. Comenzamos a ver a lo lejos un pequeño pueblo en la ladera de la montaña, es Mecinilla. En lugar moriría enfermo en plena revuelta morisca uno de sus líderes, Abén Jahuar, cabeza notable de los alguaciles moriscos, tío del rey Abén Humeya, alejado de la contienda por discrepancias políticas. Llegamos a una gran curva del río, aquí confluye con la rambla de Cojáyar, nuevamente otras de las “venas” que nutren a nuestro simpático río Adra. En la curva del río vemos las ruinas de lo que fuera la Venta Pampana que contaba con una almazara y donde vivían cinco familias. En su día esta venta fue una verdadera “parada de postas” para los viandantes, toda vez que la molienda de la oliva nuevamente nos recuerda cuan importante fueron las vigas aceiteras en el pasado. En 1975 desapareció gran parte de esta cortijada como consecuencia de la gran avenida de agua que bajó por la rambla de Cojáyar.  Dejamos la rambla a nuestra derecha y continuamos por el río nuevamente salteando de una orilla a otra; ahora su cauce es más cerrado y  con más vegetación, cañaveral, taray y adelfas entre otras. Pasamos por debajo de los cortijos de Los Lozanos -nuevo topónimo con apellido y que nos recuerda ese habitat semidisperso que nos habla de la conquista del hombre por el monte- y el de Federica con olivos en sus alrededores.

Cuando llevamos algo más de diez kilómetros, llegamos a la carretera de Jorairátar, la GR-5202 que va de Murtas al cruce de las Palomas. Sobre el margen izquierdo del río y junto a la carretera vemos las ruinas del cortijo río Bajo. Continuamos andando ahora entre grandes álamos. Sin abandonar el río pasamos junto al molino del Tuerto, casi pasa desapercibida rodeada de tanta maleza. El andar por este río es todo un deleite de naturaleza. Los rallos del sol se filtran entre la vegetación, vamos todo el rato acompañados de pajarillos cantando, nos cruzamos con ranas y sapos que salta al agua a nuestro paso. En estas tierras de la sierra de la Contraviesa, en donde el primo del rey Abén Humeya, don Francisco de Córdoba, blandió sus mejores galas diplomáticas para, sin entrar en conflicto con uno u otro bando, actuó de informante a tropas venidas de moriscos y cristianos viejos.

En menos de dos kilómetros desde la carretera llegamos al molino del Medio, situado en el margen derecho (según el sentido de nuestra marcha) de aquí parte el antiguo camino de Ugíjar. En su primer tramo es una pequeña carihuela empedrada que se adentra en el barranco del Molino y continua por el cortijo blanquizales.

Nosotros continuamos río arriba, pasamos entre huertas con árboles frutales y cuando encontramos a nuestra izquierda un carril donde hay un poste indicativo de sendero, abandonamos el río para pasar por el molino Altero a 615 m. altitud; el paraje es de gran belleza, la construcción apenas se puede ver, está envuelta entre vegetación. A partir de aquí comenzamos a ascender durante algo más de un kilómetros, los 200 primeros metros  por un carril que abandonamos en una curva a los 655 m. altitud. Y continuamos por el camino de herradura entre bancales. El camino hace un giro y  pasamos por debajo de lo que fue un arco de piedra de la acequia, actualmente  una gran manguera negra hace la vez de arco. Junto a la acequia hay una era que sirve de mirador hacía el pueblo. Comenzamos a descender unos metros para cruzar el arroyo de Jorairátar. Esta zona es un pequeño vergel. Continuamos el sendero ascendiendo con vistas sobre la Alpujarra y algunos de sus pueblos como Mecina Bombarón y el Golco. Los últimos metros pasamos por una acequia antes de llegar al pueblo de Jorairátar por su barrio Bajo.

Jorairátar es un curioso topónico que tiene su raíz en la palabra islámica Xarairata, a veces también Xoraijata. Fue una importante alquería de la taha de Ugíjar y en ella residió parte de la familia de Abén Humeya. Sobre salió su primo Francisco de Córdoba un importante espía doble -de cristianos y moriscos- que durante la guerra de las Alpujarras jugó un destacado papel. Tras la repoblación, esta localidad vería levantarse el importante templo que actualmente luce, una edificación que se inició en 1601 y culminó sus últimos retoques en el siglo XVIII. Como venimos observando en todo el trayecto, la angeología es una de las devociones más importantes de este tramo de nuestra ruta, razón de más para que el patrón de esta localidad sea el arcángel san Gabriel. 

 

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